La Ruta de la Seda, la ambiciosa iniciativa de infraestructura global lanzada por el presidente chino Xi Jinping en 2013, ha sido un punto clave en la expansión de la influencia china en América Latina. Sin embargo, Panamá, el primer país de la región en unirse a esta estrategia en 2017, ha decidido no renovar su acuerdo de cooperación con China.
El anuncio fue realizado el lunes 3 de febrero por el presidente panameño, José Raúl Mulino, tras una reunión con el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, quien calificó la decisión como un «gran paso». La visita de Rubio, enmarcada en la nueva estrategia del gobierno de Donald Trump para fortalecer los lazos con América Latina, también incluyó demandas de «cambios inmediatos» en la relación de Panamá con empresas chinas que operan en el Canal de Panamá.
Estados Unidos ha expresado su preocupación por la creciente presencia china en la infraestructura panameña, señalando que empresas del gigante asiático controlan ambos accesos al canal, por donde transita el 3 % del comercio mundial.
Avance de la Ruta de la Seda en América Latina
A pesar del retiro de Panamá, más de 21 países de América Latina, entre ellos Uruguay, Ecuador y Argentina, han firmado acuerdos dentro de la Ruta de la Seda. En Ecuador, por ejemplo, China ha financiado la reconstrucción del aeropuerto «Eloy Alfaro» en Manta, además de otros proyectos de infraestructura.
En Perú, el presidente Xi Jinping asistió en 2024 a la inauguración del megapuerto de Chancay, un proyecto de 3,400 millones de dólares liderado por la empresa china Cosco Shipping Company, que busca potenciar el comercio regional.
La decisión de Panamá marca un nuevo capítulo en la disputa geopolítica entre Estados Unidos y China en América Latina, mientras ambos países compiten por influencia en la región.
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