Por Juan Ml. Tejeda.
En la República Dominicana, la llegada de la Navidad trae consigo una tradición que ha evolucionado hacia la dignidad y la justicia social: el Bono Navideño. Este programa implementado por el gobierno actual representa un paso significativo en la atención a los más vulnerables de la sociedad, alejándose del método inhumano y obsoleto de las antiguas cajas navideñas.
Un cambio necesario: de las cajas al bono
El recuerdo de las largas filas y el trato indigno que acompañaba la distribución de las cajas navideñas sigue vivo en la memoria colectiva. Personas de escasos recursos estaban obligadas a esperar bajo el sol o la lluvia, en condiciones que atentaban contra su dignidad. Este sistema no solo perpetuaba la desigualdad, sino que reforzaba la idea de la caridad como un acto humillante.
El Bono Navideño, por el contrario, es un mecanismo que empodera a los ciudadanos, permitiéndoles elegir lo que más necesitan para sus familias. Con la entrega de una tarjeta o transferencia directa, se elimina la intermediación y se reduce el riesgo de manipulaciones y clientelismo. Además, fomenta la economía local, ya que los beneficiarios realizan sus compras en los comercios de sus comunidades.
El Gabinete de Política Social, coordinado por Tony Peña Guaba, ha sido un actor fundamental en la implementación y ejecución del Bono Navideño. El Gabinete Social no solo se limita a la logística de distribución, sino también a la promoción de un enfoque humano y sensible que coloca la dignidad de las personas en el centro de las políticas públicas.
Impacto social y económico
Este cambio no solo mejora la experiencia de los beneficiarios, sino que también tiene un impacto positivo en la economía nacional. En un país donde, según datos del Banco Mundial, el 23.4% de la población vive en situación de pobreza, estas ayudas representan un alivio crucial para millas de familias que enfrentan dificultades para satisfacer sus necesidades básicas. Además, al transferir los recursos de manera directa, se dinamizan las pequeñas economías locales, contribuyendo al crecimiento y desarrollo de los sectores más necesitados.
El Bono Navideño dominicano se alinea con las mejores prácticas internacionales. Por ejemplo, países como Brasil, con su programa “Bolsa Familia”, o México, con “Prospera”, han demostrado cómo las transferencias directas pueden transformar vidas y construir un tejido social más fuerte.
Ayudar a los más vulnerables: una responsabilidad moral
La lucha contra la pobreza y la desigualdad es una responsabilidad compartida. Como dijo el Papa Francisco: “No se puede hablar de pobreza y dejar las cosas como están. Hay que hacer algo.”
Un llamado a la empatía
Al cerrar el año, recordemos que la verdadera esencia de la Navidad no está en lo que recibimos, sino en lo que damos. Programas como este nos invitan a reflexionar ya seguir construyendo un país más justo y solidario. Porque, como dijo Nelson Mandela: “Superar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”.
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