Un nuevo intento de asesinato contra el expresidente Donald Trump sacudió la mañana de este lunes en un campo de golf de Florida. Un agente del Servicio Secreto detectó un rifle asomando entre los arbustos y disparó al atacante, evitando lo que pudo haber sido un grave atentado. El FBI ha calificado el incidente como un aparente intento de asesinato.
A pesar de la rápida reacción del Servicio Secreto, que resultó en la detención del sospechoso después de que inicialmente huyera, la seguridad de Trump sigue siendo un tema de preocupación. Este incidente se suma a un ataque previo ocurrido el 13 de julio en un mitin de Pensilvania, donde un joven armado hirió a Trump antes de ser abatido por la seguridad.
La seguridad del expresidente ha sido un punto de controversia, especialmente tras la dimisión de la directora del Servicio Secreto, Kimberley Cheatle, tras las críticas recibidas por el incidente de julio. A pesar de la rápida respuesta en Florida, el hecho de que un hombre armado lograra acercarse a Trump plantea serias dudas sobre las capacidades actuales del Servicio Secreto.
El presidente Joe Biden ha señalado que el Servicio Secreto «necesita más ayuda» y ha instado al Congreso a considerar la posibilidad de incrementar recursos y personal para el organismo. El Servicio Secreto, encargado de la seguridad de presidentes en activo, exmandatarios, sus familias y candidatos presidenciales, enfrenta retos significativos en un entorno político cada vez más violento.
El sheriff del condado de Palm Beach, Ric Bradshaw, explicó que la protección de Trump en el campo de golf no era tan extensiva como la de un presidente en activo, a pesar de los refuerzos tras el ataque de julio. La magnitud del campo de golf, que requiere un considerable despliegue de seguridad, ha sido un desafío adicional para el Servicio Secreto.
Expertos como el exagente Barry Donadio y el miembro de alto rango del Servicio Secreto Robert McDonald han señalado la necesidad de reevaluar las medidas de protección para candidatos presidenciales, considerando que deben recibir una seguridad equivalente a la de los presidentes en funciones.
El Servicio Secreto ha sido elogiado por su respuesta en el incidente reciente, aunque persisten preocupaciones sobre posibles imitadores y futuras amenazas. La seguridad de Trump sigue siendo una prioridad, y el organismo enfrenta una presión creciente para asegurar su protección en una campaña presidencial llena de incertidumbre.
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