México se encuentra en un momento histórico con la juramentación de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta del país, un hito que marca un avance significativo en la representación femenina en la política.
Este martes, Sheinbaum, del partido Morena, tomó posesión del cargo ante el Congreso, donde recibió el mando de su mentor y aliado, Andrés Manuel López Obrador. La ceremonia estuvo marcada por vítores de «¡presidenta, presidenta!» mientras Sheinbaum prometía respetar la Constitución y trabajar por el bienestar y la prosperidad de la nación.
«Por primera vez, las mujeres llegamos a conducir los destinos de nuestra hermosa nación,» declaró la exalcaldesa de Ciudad de México, quien asumió la presidencia en presencia de dignatarios internacionales, entre ellos el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden.
La ceremonia se celebró ante senadores y diputados, quienes brindaron un cálido recibimiento a ambos líderes, reflejando el respaldo total del partido oficialista en ambas cámaras. Mientras tanto, cientos de personas se congregaron en el Zócalo, la plaza principal de Ciudad de México, para celebrar este acontecimiento histórico, que fue declarado feriado.
Desafíos por enfrentar
Aunque la llegada de Sheinbaum representa un avance en la representación de las mujeres en un país con un historial de violencia y discriminación, algunos analistas, como María Fernanda Bozmoski del centro Adrienne Arsht para América Latina, advierten que tener una mujer en la presidencia no garantiza un enfoque en los derechos de las mujeres. «La presencia de líderes femeninas no siempre se traduce en que los asuntos de las mujeres sean una prioridad,» comentó Bozmoski.
Sheinbaum enfrentará retos significativos, incluyendo la seguridad y la política exterior en una nación con 129 millones de habitantes. Con un alarmante historial de violencia, que ha resultado en más de 450.000 asesinatos desde 2006, la nueva presidenta deberá abordar la creciente criminalidad relacionada con el narcotráfico.
La herencia de López Obrador
Como científica de carrera, Sheinbaum promete continuar con la agenda reformista de López Obrador, quien dejó el cargo con una alta popularidad gracias a sus políticas enfocadas en los sectores más vulnerables. Sin embargo, el legado de López Obrador incluye una estrategia controvertida de «abrazos, no balazos», que busca abordar las causas sociales de la criminalidad.
Expertos sugieren que Sheinbaum podría adaptar esta estrategia, incorporando un enfoque más inteligente y basado en su experiencia como alcaldesa, donde logró reducir el crimen en Ciudad de México. Además, tendrá que lidiar con las implicaciones de una reciente reforma judicial que permitirá la elección popular de todos los jueces, un cambio que ha generado preocupación entre inversores extranjeros y socios comerciales como Estados Unidos y Canadá.
A pesar de los desafíos que se presentan, se espera que Sheinbaum mantenga buenas relaciones con la administración que resulte electa en las próximas elecciones estadounidenses, especialmente si la demócrata Kamala Harris llega a la presidencia. Aunque habrá tensiones, especialmente en temas de migración, ambos países reconocen la importancia de mantener una relación bilateral sólida.
Con este nuevo capítulo en la política mexicana, Claudia Sheinbaum se enfrenta a un camino lleno de retos, pero también de oportunidades para impulsar un cambio significativo en el país.
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