Conocida cariñosamente como Okap, Cabo Haitiano, una vez gloriosa capital del país, emerge ahora como un faro de tranquilidad en medio del creciente caos que consume a Puerto Príncipe. Ubicada en la deslumbrante costa norte, esta ciudad, hogar de reyes, esclavos emancipados y revolucionarios haitianos, está en camino de convertirse en la capital de facto de Haití.

A medida que las bandas armadas sumen a Puerto Príncipe en una espiral de violencia, Cabo Haitiano se alza como un refugio para aquellos que buscan seguridad y estabilidad. Empresarios, familias enteras y hasta ceremonias gubernamentales históricas han encontrado en esta ciudad una nueva casa, mucho antes de que la violencia alcanzara su punto máximo en la capital.

Según Pierre, un residente local, Cabo Haitiano se ha convertido en el único vínculo de Haití con el mundo exterior. Mientras tanto, las calles de la ciudad están salpicadas de palmeras y albergan a una población de aproximadamente 400.000 personas que pueden caminar libremente sin temor a los horrores cotidianos de la violencia callejera que aflige a Puerto Príncipe.

En contraste con la capital, donde más de 2.500 personas perdieron la vida o resultaron heridas en los primeros tres meses del año debido a la violencia de las pandillas, Cabo Haitiano disfruta de una relativa calma. Pierre atribuye esta tranquilidad a la reciente demolición de más de 1.500 viviendas en las afueras de la ciudad, un movimiento estratégico para alejar a las bandas criminales.

Sin embargo, el aumento repentino de la población en Cabo Haitiano presenta desafíos significativos. En el último mes, casi 95.000 personas han huido de la violencia en Puerto Príncipe para buscar refugio aquí. Las autoridades locales, preocupadas por el desequilibrio que esto pueda generar, han comenzado a exigir registros en el ayuntamiento para controlar la afluencia.

La alcaldesa de Cabo Haitiano ha expresado su preocupación por la capacidad limitada de la ciudad para albergar a tantos refugiados. Aunque se esfuerzan por proporcionar comida y alojamiento, la falta de campamentos o albergues adecuados ha llevado a algunas personas a dormir en las calles, frente a iglesias y tiendas de alimentación.

A medida que Cabo Haitiano lucha por mantener su estabilidad en medio del tumulto nacional, su resiliencia y su capacidad para acoger a aquellos que buscan seguridad se convierten en un rayo de esperanza en medio de la oscuridad que envuelve a Haití.